El sistema de distribución suele estar compuesto por un conjunto de tuberías, bombas y, en el caso de sistemas de calefacción, radiadores por cuyo interior circula el agua que distribuye el calor. El sistema está expuesto a pérdidas térmicas que hacen que el consumo energético sea mayor que el estrictamente necesario para la energía final requerida.
Con el correcto aislamiento de los elementos más propicios, se pueden conseguir ahorros energéticos de hasta el 15%.
Ejemplo: